Me despedí definitivamente de Italia una tarde lluviosa, luego de perder un tren en las estación Rifredi de Florencia, y de soportar una demora de dos horas en el que abordé tres horas después. Debido a un pasajero desequilibrado, hubo que frenar en una estación cerca de Reggio Emilia y esperar a una ambulancia. Entregada a los contratiempos que me siguieron desde que había decidido regresar, y sin ánimos de lamentarme por el atraso que en total fue de cinco horas, me hice amiga de mis compañeros de carroza, con quienes nos contuvimos en la espera, compartimos historias, y se ocuparon de que llegara a salvo a mi hostel, a medianoche. La Gente seguía ahí cuando la necesitaba.
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Horas esperando en la carrozza Fuente |