miércoles, 24 de julio de 2013

TIEMPO DE VOLVER

Ya en ésta historia conté el extraño sentimiento que me provocó dejar atrás Italia.           
Me resultaba inevitable pensar en que algo quedaba pendiente, y ¿Quién sabe cuando podría regresar?                                               
Abandoné las decisiones impulsivas hace unos años, y por eso necesitaba opiniones a la hora de hacer un cambio importante. Estando sola, algunas dudas se consultaban por correo electrónico con amigos, pareja y familia.                                           
Pero fue Javi, mi compañero argentino en Praga, quien eliminó  mis dudas. Mientras él evocaba con brillo en los ojos algunos de los tantos imperdibles rincones de Toscana, me sentó en la computadora para que comprara un billete y terminara con las preguntas.
Así quedó mi prolijo cronograma, modificado



Si continuaba camino mas allá de la República Checa, ya sería muy lejos para regresar. Debía ser en ese momento, y con el empuje final, sacrifiqué las emocionantes ciudades de Cracovia y Rotterdam, dejé la enorme valija en el hostel, y con pocas cosas en la mochila me fui.               
Tras un día entero de viaje estaba nuevamente en la indescriptible Florencia. Pisar de nuevo en la ciudad que había dejado dos semanas atrás no solo me desbordaba de alegría, sino que era una buena forma (tal vez la mejor que pudiese encontrar) de demostrarme lo necesario de dejar a un lado lo preestablecido. Cambiar un poco los planes no iba a matarme.

El último tramo Milano-Firenze en el Intercity


Llegué de noche a uno de los hostels mas feos que conocí: el "Santa Monaca".           Estaba tan agotada, que me dormí antes de preocuparme demasiado por sus deficientes y frías instalaciones. Al despertar eso seguía sin importarme, Florencia estaba mucho mas arrebatadora de lo que yo podía esperar.
El plan esta vez, siguiendo las recomendaciones de Javi, era conocer las ciudades vecinas, y bajo la luz de un día increíblemente bello, salía camino a Siena, que así se presentaba:




Además de estar en el país que me había cautivado, el clima era inmejorable. Se sentía en todo el cuerpo que el verano estaba llegando, y eso, para los meteoropáticos como yo, no tiene precio.
Siena me abrazaba con sus calles estrechas, sus colores únicos, su aire irrepetible.

Mas de lo que esperaba


Pero si solo se tratara de describir sitios indiscutiblemente bellos con frases hechas, sería mejor coleccionar postales.

Soy un poco estúpida y sumamente distraída. A tan solo unos minutos de ver por primera vez lo que muestran las fotos, me doy cuenta que no tengo la billetera.
Estaba dentro de un negocio comprando agua, y desesperada, vacié sobre el mostrador toda mi cartera al descubrir que la había dejado en el bus. Al borde del llanto le pedí a un hombre muy elegante que por favor me ayudara. Interrumpió su almuerzo para acompañarme a la terminal. Mientras yo gritaba sin parar él me tranquilizaba ofreciéndome dinero  en el caso de ser necesario. 


Todo inconveniente me resultaba pequeño
estando allí
Tuve a la suerte de mi lado durante todo el viaje, y esa no fue la excepción. Mi autobús seguía ahí, el hombre que me estaba ayudando habló con el conductor, quién abrió las puertas del vehículo y encontré la billetera en el mismo lugar en el que la había dejado, tenía todo, excepto el dinero.


Un paseo por la basílica para pedirle a un ser 
supremo que ponga límite a mi estupidez


Repartí abrazos y bendiciones entre en chofer y  la persona que me ayudó. Nunca supe su nombre, y no voy a volver a verlo, pero fue uno de los tantos, entre toda La Gente, que hizo que todo siguiera estando bien.
Los momentos en los que creí que había perdido documentos y cosas importantes me habían puesto muy nerviosa, pero los dejé atrás. Había un sitio en el mundo en donde era posible olvidar las tensiones, y yo estaba en él. 
Me sumé a los que se reunían en la Piazza del Campo, y fui hasta allí a almorzar lo que había comprado en el supermercado con la tarjeta de crédito.


Sentarse, descansar, olvidar


Apoyé la espalda en en los ladrillos calientes, cerré los ojos, y al abrirlos me quede mirando un rato largo La Torre del Mangia dibujándose contra el cielo y ya no había otra cosa que ese momento. Ya no importaba hasta donde podía llegar mi propia torpeza.



Mirando a la torre y al reloj del campanario, fantaseé
con que el tiempo se detuviera


La ciudad lucía fabulosa desde cualquier lugar, y eso incluía las vistas desde su olvidada pinacoteca: un museo que alberga algunas de las más importantes obras del pre-renacimiento. Está muy claro que no es una de las atracciones principales, mucho menos en un día perfecto como aquel. Supongo que por eso no había nadie, y tuve muchas de las obras mas hermosas de la Escuela de Siena solo para mi.



La vista desde la ventanas de la pinacoteca


Cuando salí, el duomo me encandiló. La belleza, sumada al sol golpeando sobre el mármol de esa increíble construcción, dejaba a quienes la miraran al borde la ceguera.



El gótico y majestuoso Duomo di Siena


La alegría de estar de nuevo en Italia y conocerla un poco más me colmaba, ver que estaba esquivando mis propios errores y todo seguía saliendo bien (pese a mí misma) me resultaba un paso de comedia. Tomarlo de otro modo hubiese sido de un pesimismo fuera de lugar.



El refinado detalle de la bolsa de compras
y lo complicado de estar siempre elegante

Cualquier dirección que tomara me llevaba a algún un rincón idealmente toscano. Con solo alejarse un poquito del centro neurálgico, las callecitas volvían a estar vacías y silenciosas.


En algún lugar de Siena


Antes de dejar Siena, fui a dar un paseo mas por la piazza, vi su explanada medieval por ultima vez y puse cara turística para la foto.
Es fácil sentirse feliz en un lugar así, todo en Toscana se ve mejor. Además me faltaba tener un nuevo traspié porque me había gastado los tres euros que me quedaban en un helado (parece que me cuesta dejar de generar inconvenientes) y no aceptaban tarjeta de crédito para comprar un boleto de regreso, pero ya me expuse tanto, que prefiero cerrar mostrando mis dificultades para sonreír.


Cara de turista antes del ultimo tropiezo del día





8 comentarios:

  1. Que buena anecdota, despues de solucionado todo, es lindo recordarlo asi. Yo tambien me mande de las mias viajando.
    Italia es lo mas, Florencia, y la Toscana, fue lo mas hermoso que pude vivir. Gracias, hermosas fotos y por contar tu traspie, la humanidad al final no esta tan mal. Besossss

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  2. Hola Juli! Una de las cosas mas hermosas del viaje, fue que nunca perdí la fe en el otro (mas bien la perdí en mí misma).
    Coincido con vos respecto a Florencia, absolutamente.
    Y tengo una deuda con tus delicias, que espero cubrir muy pronto.

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  3. Que momento feo! Me imagino tu desesperacion. Que bueno que ese signore te ayudo, un angel.
    Gracias a vos pude revivir mi viaje por esas tierras. Que belleza!! Quiero mas Toscana!

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    1. Oh Anita! Yo quiero Toscana todo el tiempo. Por ahora, solo el recuerdo y los posteos.
      Y las ganas de regresar, por supuesto.

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  4. Lindo cronograma de Abril tuviste el año pasado, difícil de igualar y olvidar, tan solo con leerlo.
    "Santa Monaca", con ese nombre no podes ser hostel, otra que "Acá no me quedo ni en pedo" de San Bernardo.
    No hace falta ser un meteoropático para disfrutar semejante lugar con buen clima, ni distraído para perder la billetera en el colectivo, aunque sí lo suficientemente inteligente como para sobreponerse, continuar el día y, un año después, transmitir todas las emociones en un post.

    Un beso.

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    1. Y yo que casi abandono definitivamente este blog, hasta que me obligué a regularizarme y volver. Y cuando terminé de escribir esta entrada, recordé que somos pocos, pero aquí estamos, aquí estoy, entre estos comentarios que me ponen tan contenta.
      Que bueno que siempre pases por acá.

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  5. Ya hace 10 años que abandoné Firenze, a pesar de quererme quedar allí para toda la vida. Pensé que volverí muy pronto y aquí sigo, sin pisar sus calles, supongo que porque no me resigno a visitarla como turista, necesito volver a vivir en ella. Entiendo que modificaras tu recorrido.

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    1. Me pasa exactamente lo mismo. Exactamente.
      Se que voy a volver, no se cuando, no se de que forma, pero no será como turista. Entiendo que quieras eso, definitivamente.

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