jueves, 31 de octubre de 2013

LAS MEJORES COSAS

Cuando el viaje era algo que le pertenecía al futuro, todo estaba hermosamente idealizado. Pero al acercarse la fecha de partida, la mente se empezó a dispersar (¿cuándo no?) en forma de pensamientos cargados de singulares inquietudes: a equivocarme con los transportes, a no poder comunicarme, a correr peligros legales o a tener problemas de salud, especialmente a quebrarme (jamás me fracturé, pero era una imagen recurrente, no se por qué).
Lo que nunca pensé mientras me bloqueaban los temores, es que una de las mejores cosas que tendía el viaje serían las personas. Era un domingo por la mañana y tenía que encontrarme con una de ellas.


Nos encontramos en la calle Bernauer 


A la portuguesa Monica la conocí en el hostel de Viena. Me contó que estaba estudiando en Berlín y cuando le dije que iba a visitar la ciudad me ofreció su compañía para llevarme de paseo cuando yo llegara, y así fue, aunque en total no hablamos mas de media hora.
La encontré sonriente en la entrada del Mauerpark, como si supiera que otra de las cosas que mas me gusta es pasar horas revolviendo entre las porquerías de los mercados de pulgas.




Las montañas de cosas (algunas inservibles, otras sin nada especial y también antigüedades interesante) conviven en un inmenso espacio abierto por el que caminamos durante un par de horas, revisando, negociando algunos precios, o simplemente revolviendo entre tantos objetos que ya tuvieron dueño.


Un pañuelo para Monica

Se que para muchos estar en un lugar así es como caminar en un basurero, pero a mi, desde pequeña me atraen mucho todas las cosas usadas, como si ellas pudieran mostrar por dónde han estado y las historias que guardan.


Y un sombrero cosaco para mi

Con mi nueva compañera examinamos muebles, revolvimos enormes pilas de fotos, encontré un sweater para abrigarme y hasta me animé a comprarle a mi amiga Mariela un trench, que después recibiría con una sonrisa de agradecimiento, aunque su deseo fuera desinfectarlo, y no tener amistad con alguien que considere esas cosas como regalos.


Recuperando energías con comida asiática

Después de almorzar nos despedimos hasta la noche, porque Monica tenía mas planes. Ella se fue por su lado, y yo atravesé el barrio Mitte por la calle Invalidenstrasse, con muchos espacios en los que vale la pena detenerse, pero con ninguna persona que estuviera caminando por ahí.


Algunos recuerdos de la "avenida de
 los inválidos"

Hay una quietud y extraña melancólica que arrastran los domingos, no importa demasiado el lugar del planeta. Esa tarde se sentía eso en la vacía straße, en donde una particular mole escultórica recuerda su función de paso fronterizo


El "muro que se hunde"

Todo ese recorrido me estaba llevando, una vez mas, a un museo: el Hamburger bahnhof.
Ahí tampoco estuve sola porque mientras esperaba para entrar se me acercó una francesa llamada Hortense, y terminamos haciendo juntas la visita. 

           
Warhol, Rauschenberg, Kiefer y Beuys


Volví a entregarme al encantode ver por primera vez a muchos artistas que son padres de la producción contemporánea, y pese a que mi compañera de ocasión me miró con antipatía, me permití hacer cosas como dar saltitos de alegría y entusiasmarme como una niña entre todas esas obras.


Nunca hay que olvidar que a veces,
el arte puede ser "difícil"


Fui afortunada al encontrar una muestra de Anthony Mc Call, que propone una experiencia hermosa a partir de complejos rayos de luz, algo difícil de explicar, así que es mucho mejor si dejo el video:




Aún no había caído la tarde, y yo ya había conocido a dos chicas más. Dos historias nuevas de personas que, con estilos muy distintos, se pusieron a disposición mía con generosidad y cariño, entrando en esa parte de la historia de mi vida que, aunque parezca interminable con estas entradas tan espaciadas (y pese a mis deseos) no iba a durar para siempre.


10 comentarios:

  1. Es curioso, siempre que voy a museos sola, se me acerca alguien a hablar, tal vez piensen que necesito compañía y a veces me gusta bastante conocer a esos desconocidos y compartir arte y vivencias.

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    1. Debe ser el clima museístico, que se presta a la observación, no solo de lo expuesto, sino de todo lo que nos rodea. Uno mira mas a la gente, y a veces se anima a preguntar, se acerca y se dan estos encuentros.

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    2. Buena teoría, vamos con el chip de observar, sea lo que sea, ja, ja.

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  2. A pesar de que voy sola a museos, nadie se me acerca a hablar, y tampoco en la calle. Capaz que asusto a la gente :)

    Coincido con tu opnion de la atmosfera dominical, estes donde estes, tiene cierto aire melancolico.

    Me encantan los mercados de poulgas, ferias americanas, etc pero nunca pude comprarme ropa o zapatos, no logro vencer cierto asquito. A mi dame muebles y vajilla antiguos!

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    1. Ana querida! Mirá, cuando estoy acá en Buenos Aires la gente no me habla en la calle (creo que están todos tan tensos que ni se perciben entre sí), y en los museos tampoco. Es posible que en algunos lugares las personas estén mas relajadas y acostumbradas a ayudar a los turistas, pero mas allá de eso, es como que se "activó" una predisposición para vincularme con la gente (y se "desactivó" al regresar).

      Y respecto a los mercados de pulgas, no le hago asco a nada.

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  3. ¡Cómo echo de menos Berlín! Hasta me apetece ir al Hamburger Museum, y eso que cuando estuve no le pillé el punto (en esa época no me iba mucho el arte, y la chica que me llevó era más hábil emocionándose ante las obras que ayudándome a buscarles el sentido). Pero ahora lo veo diferente, quizá sí debería volver.

    Por cierto, ¿al Prado has ido alguna vez? Estuve hace poco, después de un par de años sin ir, y la verdad es que es una pasada lo que hay allí. Después de leer tu paso por los museos de Berlín y Viena, creo que el Prado te gustaría.

    Y ya que ha surgido una especie de encuesta, debo decir que a mí tampoco se me acerca nadie en los museos, ni en casa ni de viaje por ahí :( Qué le vamos a hacer.

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    1. Lorenzo! Como cambia la mirada sobre el arte cuando uno tiene mas datos, o cuando alguien nos orienta con conocimiento, sin dudas.
      Cuando digo que no fui a España, muchos me dicen "¡Pero...el Prado! Y si, lo se, pero mi capacidad de recorrer es muy limitada.
      Y por ahora la "mística" de los encuentros viene repartida, y lo cierto es que no sabremos nunca a que responden.

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  4. Dignos de una buena charla con un terapeuta tus pensamientos antes del viaje, sobre todo lo del temor a quebrarte.
    La última vez que fui a un mercado de pulgas fue hace mucho tiempo y contra mi voluntad, aunque admito que puede haber hallazgos interesantes siempre y cuando pasen los controles del OMS. Respecto de tu atracción hacia las cosas usadas por su historial, a veces un poco de ignorancia no esta mal.
    Un beso.

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    1. Mariano querido! Gracias por la indulgencia al decir "dignos de una buena charla con un terapeuta". Estaba obsesionada hasta la médula, pero pude entrar en razón.
      Yo se que las cosas que adquiero no resisten ningún control de higiene, pero he aprendido a ponerlas en condiciones. No se si ha sido un proceso exitoso, pero estoy en condiciones de decir que he usado zapatos y todo tipo de indumentaria de esos lugares, y viví para contarlo.
      Abrazo enorme!

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  5. Amo tanto ese Trench que no desperdicio oportunidad para usarlo, y me encanta ir a revolver canastos de ofertas con vos (creo que vos me enseñaste que siempre se encuentra algo bueno por ahi).
    Besotes!!

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