jueves, 16 de agosto de 2012

TODOS LOS CAMINOS

Estaba esperando hacer un desmayo en cualquier momento. 
Me había entregado a la posibilidad de romper en llanto. Sin embargo, ahí estaba yo, dando mis primeros pasos en Roma. Transitando mi primera tarde en Europa.
En el hostel conocí a unas mexicanas que me llevaron a hacer la caminata de reconocimiento por la ciudad, y el anochecer de mi primer día nos alcanzó en la Fontana de Trevi.  

Una de mis compañeras de paseo estaba ahí, en el área abarrotada de gente, para tomarse un sinfín de fotos delante del monumento: sonriendo, sonriendo más, con los brazos abiertos estilo cristo redentor, con un brazo extendido y otro en la cintura, de nuevo con ambos brazos pero desde los escalones, después en primer plano, luego saludando a su familia en Monterrey.

Hui de las masas que colmaban la fuente, buscando algo rico y obteniendo las primeras impresiones romanas:


Mucho Europa, pero un almacén
es un  almacén



El italiano es así: como te vende un
 poster te vende otro

Usura=Basura
 
El movimento per Roma a pura denuncia



La primera desilusión fue gastronómica, cenando una pizza delgada como papel y quedándome con hambre. Inmediatamente pensé en Güerrin, con sus porciones de media masa, mozzarella deliciosa, abundante y calórica, sabiendo que con solo leer el toldo, comprendemos una verdad: ahí se amasa la mejor pizza del mundo

                            
Av. Corrientes 1368: casi un segundo
hogar gastronómico



Sentada en la mesa con el tradicional mantel a cuadros, en una noche bellísima, oyendo las voces italiana de fondo, no pude evitar caer en una comparación vulgar y mediocre
       
Tan bruta, yo añoraba la media masa
Pero pude entender que se trataba de otro estilo

Ese primer paseo fue hermoso: la vista nocturna de las ruinas, aire agradable, buen panorama, pero el primer gran día sería el siguiente. 
La llegada a Roma coincidió con la semana santa. Soy tan católica como la situación me lo permite. Y esos días me dejé llevar por los vientos benditos. 

Mi amigo Fede, demasiado capo, me escribió:

“Increíble, me emociona verte en la capital de mi religión (…) Estas en el mejor continente, supongo que cada día te despertás y no entendés que haces ahí. Pasa eso.  Es como llegar a Terra Nova, pero como no viste la serie no sabes de qué hablo. 
Es casi imposible regresar, no te engañes, el año que viene  no se vuelve. 
Si estas a punto de enloquecer, juntate con hippies. En otro idioma son más tolerables. Los hippies se hermanan enseguida, pero no bardees su holística. Sino hablá con viejos de derecha que quieran a los argentinos. Aunque también podes adoptar un personaje de los que llevas adentro. Yo tengo ricotero, nerd, intelectual, católico de derecha, cheto, tipo culto, el seductor y argentino.  Son "options" de mi menú. Vos tenes varias de esas”.

Era miércoles, había pasado la noche en el lamentable hostel “Mamma Mía”, y después de leer ese mail genial salí a dedicarle mi día al Vaticano.


Lo irresistible de ser católico


La imperdible temporada de sotanas
Caminé por la Via Ottaviano, y antes de llegar a la Holy City, me compre un vestido a precio ganga y la vista se alegró con los coquetos carabinieri romanos. Los tipos están ahí parados, con sus gafas de marca, sus uniformes divinos, su pelo impecable. Fumando, mirando a las chicas, haciendo facha.
Según mi tía Vero, los eligen. Hacen una selección con los mas apuestos. Yo no lo se, pero ahí están, con esa actitud casi vanidosa. Imperdible.
El estilo, al servicio de la comunidad


                   
Viva la ganga!
                  
Lo lindo es salir de compras en Europa,
con estilo
Para una persona que le dedicó parte de su vida a estudiar arte occidental, esa es la meca, y yo estaba ahí.
Era el mediodía, y para entrar a San Pedro había una fila larguísima. Yo por política no hago filas, no importa en donde esté.

Fila sagrada
Souvenirs sagrados

A los museos vaticanos se entraba directamente, y ahí fui.
Sería un exceso describir las cinco horas que estuve allí, y tampoco podría hacerlo porque fue absolutamente superador. 
Corredores enteros con esculturas, pinacotecas indescriptibles, arquitectura magistral. Todo se veía inabordable y maravilloso. Toneladas de mármol, siglos y siglos del más hermoso trabajo humano. 

Las toneladas de mármol
Y los corredores infinitos


Me fui a descansar a uno de los patios. Recargué mi botella con mucha agua refrescante de las fuentes, acompañada del resto de la gente disfrutando el hermoso mediodía. 

Vi a algunos colegas turistas masajearse las piernas, o tirar agua helada en sus pies. 
En el mundo real la mayoría de la gente no hace sus recorridos lookeada impecable, con hermosos vestidos, como vemos en las producciones de las revistas, sino que tiene los pies como morcillas y el rostro extenuado. 

Así se agita en Roma


La guapa Pudicizia  

Yo andaba de zapatos y falda. No me gustan las mochilas o las zapatillas deportivas, pero lo estropee sacando de la cartera una bolsa de llena de sándwiches.
Después del almuerzo, fui a encontrarme con lo que para mí seria uno de los puntos más importantes del viaje: las Stanzas de Rafael.
Estudié renacimiento, manierismo y barroco con gran entusiasmo e interés. Ese año, me saque diez en un examen. Un cuarto de ese puntaje lo conseguí con el ítem que pedía que describiera puntualmente el proyecto de la Stanza della segnatura. Entrar al conocerla fue indefinible. Si tuve los ojos húmedos a lo largo del recorrido, entrar ahí casi me derriba.


En la Stanza della Segnatura, la pared de la filosofía
Podría hacer una enorme enumeración de emociones, que son las que describen lo que eso representa para mí. Pero solo diré que terminé esa jornada  en la Capilla Sixtina.

Si me quedo corta describiendo la obra de Rafael, entonces para hablar de Michelangelo debería encontrar un idioma nuevo. No diré nada porque no es posible, no calificaré la experiencia porque no hay chances de que suceda.

Innamorata di te


Y mientras podía sentir que aún permanecía en el aire un fragmento del espíritu con el que aquello fue creado, mi corazón vibraba de incredulidad y fascinación, supe que estaba rodeada de ellos: los tifosi del arte...














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