sábado, 2 de febrero de 2013

QUE NO TERMINE EL DÍA


Que yo trate de ejercitar mi tranquilidad, que evite las confrontaciones porque me incomodan, no significa que me sobre la paciencia.
Estar de viaje, visitando lugares completamente nuevos, reconociendo que estamos viviendo cosas increíbles, no va a borrar las obsesiones y complejos de golpe.
Suelo quejarme por deporte, siento ansiedad a menudo, pero también filtro casi todas mis experiencias a través del humor. Cada noche duermo con con piyama y me burlo de mis propios hábitos. Llevo todo eso conmigo a donde sea.
No nos engañemos: nuestras miserias y  virtudes se cargan en la valija y nos acompañan siempre.


Efectivamente: voy con piyama a todas partes.


Pero es una bella mañana de sol en Budapest. Estamos frente a uno de los parlamentos mas grandes del mundo haciendo fila para conocerlo, no hay mas de diez personas delante nuestro. Otro día que comienza muy bien.
Mientras esperábamos para conocer el edificio se acerca un guardia a indicarnos que no podríamos entrar. Nos explicó que el cupo diario de visitantes estaba cubierto, y que debíamos volver al día siguiente, mas temprano.


El hábito tan típico de pasar la mañana frente a los parlamentos
Me sorprendí mucho porque éramos pocas personas. Un poco irritada le dije a Ana "¿Vos te imaginás si en el Louvre hubiese un límite para ingresar? Habría gente haciendo fila desde 1998".
Por supuesto que me dió la razón. Ella es tranquila y amable. Después de todo no me conocía, y uno nunca sabe cuando un extraño puede ponerse molesto. Era mas sencillo seguirme la corriente, que explicarme que un edificio parlamentario tiene normas y condiciones diferentes a otra clase de lugares públicos.
El descontento duró un par de minutos: el día no tenía desperdicio y los planes sobraban.
Lo siguiente que recuerdo es que miré a un lado y vi esto:


La esquina del miedo

Frenamos en esa esquina, muy impactante y recorrimos todo su exterior. 
Era imposible no detener la mirada:



Resulta que en ese edificio funcionó el cuartel general del ejército nazi (mas específicamente del partido de la Cruz de flecha), para mas tarde, convertirse en sede de la policía secreta comunista. Fue centro de detención y tortura.
El "Museo del Terror" es único en su clase, destinado a exponer los horrores del totalitarismo en sus dos facetas:

La cara comunista

Y la fascista

En el hall de entrada están ambas placas y se escucha música muy siniestra. 
La misión del museo es mostrar de que modo Hungría estuvo acorralada por el sometimiento del nazismo primero y del comunismo después, y honrar a sus víctimas. Ni siquiera es necesario pagar la entrada para verlo: todo el exterior está rodeado por medallones con los rostros de quienes murieron en manos de ambos regímenes:


  

Y a modo de homenaje permanente, siempre hay velas acompañando las imágenes:



Fuimos a la plaza de los héroes a cambiar de aire, y arrastré a Anita conmigo para visitar el museo de Bellas Artes.


El primer piso del museo


La plaza de los héroes, vista desde el museo 
Al otro lado de la plaza me esperaba una sorpresa. En el Műcsarnok estaba éste cartel y volvió la loca emoción que me produce el arte contemporáneo:



Desarrollar quién es Marina Abramovic y por qué es una figura trascendente en el arte actual no viene al caso, pero pueden verlo aquí.
Cuando leí su nombre empecé a hacer movimientos con las manos y gestos de locura delante de mi compañera, quien por supuesto, se vió nuevamente empujada a una sala de exhibición.
Dí clases dedicadas a la obra de esta artista servia, me encanta su carrera, pero por primera vez en la vida la veía fuera de los libros. 
Se estaba exponiendo su ultimo trabajo, y me hizo feliz poder verlo:


"Eight Lessons on Emptiness 
with a Happy End".

Cumplida la cuota de arte e historia, llegó el descanso bajo el sol en el Parque Városliget:


La bella Ana Carolina, liberando sus ojos 
de la invasión de imágenes

Además de ser precioso, tiene el valor histórico de estar entre los primeros parque públicos que se crearon en el mundo


El Castillo de Vajdahunyad marca la entrada al parque

Recorrer el parque fue un placer. Se combinan los extensos espacios verdes con la arquitectura y el arte.


Rodeando el parque, la entrada del famoso 
baños termales Szecheny
Y el palacio, en donde está el museo de agricultura,
al que no ingresamos, porque habría sido demasiado

No pudimos dejar pasar la estupenda locación, para sacar alguna fotografías, un poco obvias, pero inevitables


Junto a la famosa escultura del escritor anónimo
Tocar la pluma traería buenos augurios

Otro clásico imperdible, coquetear con Karolyi Sandor:


Una tendencia que se repite: acercarme 
a hombres demasiado duros

En casa, antes de salir, había marcado en un calendario las cantidad de días que iba a quedarme en cada lugar, sabiendo desde un primer momento, que eso estaba sujeto a lo que pasara en el camino.
De acuerdo a ese plan inicial, esta habría sido mi última tarde en la ciudad magyar. Sin embargo hice la primera de lo que serían muchas modificaciones al cronograma inicial.
No veía por qué no quedarme un poco mas. No tenía ganas de que el día terminara y hasta lo mas simple se veía encantador: 


Una de las imágenes mas tiernas de la temporada

Esta vez, añadí un día mas en la hermosa Budapest.
El fin del día me encontró sentada en esta habitación, con los últimos rayos de la luz de la tarde filtrándose por las ventanas.


El living del Hostel Flow
 Fuente
Allí estuve conversando con Borej, el dueño del hostel. Él me contó algunas cosas de la compleja historia húngara, de los sucesos de los años soviéticos, la historia cultural del país, cómo había sido y como era su vida allí.
La rutina como turista, hace que la experiencia de conocer estrechamente la cultura y a los que habitan los sitios visitados, sea algo lejano. Y no puedo decir que para mi haya sido lo contrario. Sin embargo, cada vez que La Gente compartía algo conmigo, me dedicaban tiempo para contarme sobre ellos y sentía la calidez de cada intercambio, caía en la cuenta de que el viaje no podría haber sido de otro manera. Esas personas a las que no volví a ver, me daban la certeza de que el único camino, era por el que yo me estaba moviendo.



5 comentarios:

  1. Tu primer párrafo me identifica de tal forma que bien lo pude haber escrito yo ;)

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    1. Me encanta que de alguna manera encuentres algo tuyo entre las palabras que escribí porque cuando a mi me sucede, vuelvo a pensar en el azar, las coincidencias, y todo eso que no entiendo muy bien, pero siempre me entusiasma.

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  2. Muy acertada la frase de las miserias y las virtudes, aunque hay momentos y situaciones en las que están más expuestas que lo que realmente son.
    Que impactante lo del "Museo del Terror", da escalofrío con solo imaginar las cosas que deben haber pasado ahí, sumado a que según mi punto de vista, la historia del nazismo es atrapante (en el buen sentido).
    Me quedé pofundamente intrigado por ver como era el museo de agricultura, no te perdonaré jamás no mostrar al público bloguero semejante lugar (ironía off).
    Pd.: Muy "pintoresco"(como odio esta palabra)tu piyama, y veo muy sólida tu pareja con Karolyi.

    Un beso.

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    1. El museo del terror está muy bien pensado desde el criterio persuasivo, es notable.
      Lo que no se,es si me perdonaré lo del Museo de historia de la agricultura (ese es el nombre completo) pero bueno, debí seguir adelante, hombres como Karolyi esperaban por mí.

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  3. Muchas estatuas de hombres sentados, eso hizo grande a la Nación!

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