Una de las características mas conocidas de Budapest es que surge de la unificación de dos ciudades, que se encuentran a un lado y al otro del río Danubio: Buda y Pest. Ésta última se sitúa en una planicie: allí se encuentra la mayor parte de la población y se desarrolla toda la actividad de la ciudad. Buda en cambio, está elevada sobre una colina y es la vieja capital húngara. Nos dirigimos hacia allí, para ver que nos esperaba en el lado oeste del río.
Listas para cruzar al lado occidental |
Uno de los puntos fuertes del área, es el famoso Castillo de Buda, y para llegar hasta allí hay que caminar bastante por veredas empinadas. Lo cual cansa un poco, pero vale la pena por completo: cada callecita irregular y cada sendero arbolado hacen que el paseo se convierta en un placer.
Uno de los monumentos en el camino |
Entre esculturas, monumentos, muchos árboles y rincones llenos de tranquilidad, ascendimos, viendo como el lado Pest se volvía mas lejano.
Ganábamos altura y la extensión del Danubio se hacía evidente.
Si escribo el blog, también creo que puedo mostrar cómo estuve posando en el lado Buda, con el Puente de Sissi y el Danubio a mis espaldas |
Hicimos una parada para comer. No estábamos caminando en un sitio donde abundaran las opciones, de modo que nos pusimos a dar vueltas por esas calles residenciales y tranquilas, siguiendo los recorridos irregulares y encontramos un sitio. Probablemente el mas elegante en el que haya estado.
Los almuerzos del turista joven suelen ser ligeros y económicos. Sin embargo el hambre nos ganó y no lo pensamos. Ingresamos a un restaurante bellísimo, con camareros impecables, muebles de calidad y un aura de distinción muy sobria pero evidente. Yo pensé que terminaría exigiendo un llamado a mi embajada o solicitando a un traductor para dar explicaciones al momento de pedir la cuenta. Sin embargo, nos entregaron la carta y todo parecía mas que razonable. Me sirvieron la deliciosa sopa goulasch, y el mozo se acercó con un pimentero, preguntándome si quería que él la sazonara. ¡Claro que sí! Jamas en la vida voy a lugares donde me atienden así y condimentan mi orden con elegancia. Si me ofrecía rociar todo con mercurio, aceptaba con una sonrisa. Me sentí un auténtico miembro de alguna realeza, la que sea.
Los almuerzos del turista joven suelen ser ligeros y económicos. Sin embargo el hambre nos ganó y no lo pensamos. Ingresamos a un restaurante bellísimo, con camareros impecables, muebles de calidad y un aura de distinción muy sobria pero evidente. Yo pensé que terminaría exigiendo un llamado a mi embajada o solicitando a un traductor para dar explicaciones al momento de pedir la cuenta. Sin embargo, nos entregaron la carta y todo parecía mas que razonable. Me sirvieron la deliciosa sopa goulasch, y el mozo se acercó con un pimentero, preguntándome si quería que él la sazonara. ¡Claro que sí! Jamas en la vida voy a lugares donde me atienden así y condimentan mi orden con elegancia. Si me ofrecía rociar todo con mercurio, aceptaba con una sonrisa. Me sentí un auténtico miembro de alguna realeza, la que sea.
Debo admitir que me dio vergüenza fotografiar demasiado. Guardé la cámara para no sentirme una campesina fascinada con la civilización .
Él único testimonio de nuestro almuerzo con estilo |
Pagué la increíble suma de 2205 florines (7.50 euros) por el distinguido almuerzo y un poco mas tarde, ya estábamos en el Castillo.
Con los pies en la colina donde se fundó la mismísima Buda, nos fuimos encontrando con las imponentes construcciones, con los pies sobre los caminos de piedra, por los que alguna vez se paseó una parte de la compleja historia del país.
La fortaleza del castillo de Buda |
Castillos, fortalezas, murallas, reyes. Dejaban de ser solo propiedad de los libros, y de imaginarios remotos, para presentarse frente a mis ojos y señalarme que había llegado a tierras tan lejanas, que superaban mis propios deseos.
Metí la cabeza dentro de la muralla... |
...para ver ésto |
Mas adelante, el bello bastión de los pescadores: un mirador lleno de escaleras, paseos y torres, con un poco de neogótico, un poco de neorrománico y mucho de monumental:
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El bastión con siete torres: una para cada tribu magyar |
Una torre y una amiga |
El imponente parlamento visto desde Buda |
Todo custodiado por la mirada del primer rey de Hungría: San Esteban (Szent István) |
Seguir adelante implicaba descubrir cosas encantadoras. Algunas, decididamente majestuosas, como la Iglesia de Matías, con detalles que a mis ojos acostumbrados a la arquitectura de tradición latina, resultaban exquisitos y únicos:
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Un ejemplo del detalle en los techos con los típicos azulejos Zsolnai |
Y otros escondidos por ahí, mas simples, mas modestos:
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Buscando el camino de regreso |
Pero no solo de arte, historia húngara, largas caminatas y conocimientos formales vivimos las chicas.
El día se había llevado una gran parte de nuestra energías, es cierto, pero hacer un esfuerzo mas valdría la pena.
Sacando provecho de que la vida nocturna en Budapest no solo es muy agradables, sino que comienza temprano, visitamos algunos bares.
Probé palinka por primera vez (el aguardiente de frutas típica de Hungría, en una versión bastante intensa y rústica) y mientras trataba de aliviar mi garganta con el aire fresco de la noche, entramos un sitio que me gustó muchísimo: Instant.
Es algo así como un local bailable, con un perfil no convencional, montado en una enorme casa antigua. Rodeado de muestras, instalaciones y objetos de arte, tiene muchas habitaciones en las que las personas están sentadas conversando, en algunas hay exhibiciones y otras son pequeñas pistas de baile.
Bailamos al ritmo de un mash-up muy divertido, aunque no demasiado porque el cansancio se adueñó de nosotras casi por completo. Una pena. Budapest nos mostraba una faceta mas, nos volvía a sorprender, y eso nos encantaba.
Que desilusión el Moulin Rouge del subdesarrollo europeo.
ResponderEliminarAhora hablando un poco de este post, Budapest me hace acordar al Principado de Lanús, dividido en dos, aunque por vías de tren y en los dos lados encontras lo mismo: basura y pozos varios.
Hablando un poco en serio, jamás hubiera imaginado encontrar tanta belleza en Budapest, si alguna vez voy a Europa va a estar en mi ranking ciudadano.
Noto mucha dedicación en algunas fotos, ¿es así o mi abstinencia futbolera me atrofió el cerebro?
Un beso.
Insisto en que Budapest debería estar en las listas,así como Lanuxembourgo, definitivamente.
EliminarEn general, mis fotos no se lucen particularmente porque no lleve una buena cámara, pero cada tanto alguna se destaca (excepto por las últimas, que corresponden a Instant y las saque de internet. Debido a las deficiencias de mi equipo, no podía tomar imágenes cuando caía la noche).
Me encantaron las fotos y el texto que las acompaña, Lucía. Sin duda es una ciudad muy hermosa. Pedregosa también, ¿no es cierto? ¡Palinka! ¡Traé un poco! Quiero probarlo desde que vi las películas de Bela Tarr (¿conocés algo de este genial cineasta húngaro?).
ResponderEliminarGracias por los cumplidos Vero!
EliminarConfieso que no se absolutamente nada de cine húngaro, así que apelo a tus sugerencias y consejos para conocerlo.
Tendremos que conseguir palinka por estas tierras me parece, y acompañar con una copita alguna película que me recomiendes.
Te mando mail.
ResponderEliminarAdemas del nombre del puente, hay algun otro rastro de Sissi?
ResponderEliminarNunca me imagine que Buda y Pest eran tan lindas :)
Quien no se sintio como una campesina bruta en algun lugar paquete? Chicanod la base de la copa contra el plato, no saber bien que cubierto usar, etc etcjaja!