Cuando el viaje era algo que le pertenecía al futuro, todo estaba hermosamente idealizado. Pero al acercarse la fecha de partida, la mente se empezó a dispersar (¿cuándo no?) en forma de pensamientos cargados de singulares inquietudes: a equivocarme con los transportes, a no poder comunicarme, a correr peligros legales o a tener problemas de salud, especialmente a quebrarme (jamás me fracturé, pero era una imagen recurrente, no se por qué).
Lo que nunca pensé mientras me bloqueaban los temores, es que una de las mejores cosas que tendía el viaje serían las personas. Era un domingo por la mañana y tenía que encontrarme con una de ellas.
Lo que nunca pensé mientras me bloqueaban los temores, es que una de las mejores cosas que tendía el viaje serían las personas. Era un domingo por la mañana y tenía que encontrarme con una de ellas.
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Nos encontramos en la calle Bernauer |